sábado, 31 de mayo de 2008

El Mortirolo


Mucho se ha hablado en este blog de las obsesiones personales de cada uno, y por primera vez me gustaría ir un poco más hacia el fondo de la cuestión.

Para empezar me preguntaría por qué nos obsesionamos con ciertas cosas. ¿Como es que determinados seres, objetos o comportamientos nos producen esa dependencia crónica tan inextirpable y otros no?

El mundo está repleto de alicientes y sin embargo son solo unos pocos los que nos atrapan. Algunos son de carácter benigno y pasajero, otros se acomodan en una esquina de nuestras vidas y no molestan más que en muy contadas ocasiones, pero hay otros, los verdaderamente peligrosos, que paulatinamente se ocupan de anular todo nexo de unión con la realidad en la que se fraguaron, y que terminan convirtiéndose en auténticas esclavitudes.

¿Radicaría ello en nuestros traumas infantiles? ¿En la necesidad de homologarnos como personas normales ante nuestros propios ojos, de manera que perseguimos sin descanso aquello que creemos que nos falta para ser completos, para estar enteros?

En algunos casos, como la anorexia, o su contrapartida masculina, la vigorexia, que consiste en el abuso reiterado de la práctica deportiva, todo se explicaría fácilmente recurriendo al descontento con la propia imagen física como causa evidente del desarreglo emocional, pero en otros no está tan claro. Citaría entre otros los perfeccionismos de todo tipo, las adiciones al trabajo y actividades semejantes, sobre el papel ingratas al individuo, pero hay infinidad de formas más o menos livianas en las que sin ser conscientes de ello podemos vernos mezclados, incurriendo en la fea costumbre de ser unos neurasténicos.

En fin, toda obsesión maligna es aquella que nunca llegamos a conocer lo suficientemente bien. Empieza siendo divertida, no sirve a más propósito que al del puro entretenimiento, pero de pronto y a la chita callando consigue engatusarnos, y a partir de ese momento ya no somos más que títeres de sus propios devaneos. Nos ridiculizarán ante los demás, nos mortificarán y nos harán renegar de nosotros mismos.

Sí queréis saber más del tema este artículo podría seros útil. Entretanto, vigilad vuestra balanza de pagos, la deuda asumida dista todavía mucho de ser satisfecha.



sábado, 24 de mayo de 2008

Homeostasis


Cuidado con el palabro que me he sacado de la manga...
Pues bien, según el diccionario de la RAE significa: "Conjunto de fenómenos de autorregulación que intentan mantener equilibradas las composiciones y las propiedades del organismo", y pensé que sería más apropiado que otros que barajé previamente, como "asana barbitúrica" o "yoga con bífidus activos", en los cuales no encontré mucho más apoyo ni simpatías. Aún cuando se les pudiera considerar más descriptivos.

La idea central por tanto gira en torno al por qué de nuestra ansia constante de estabilidad. Un ansia, sobre todo, más acentuada en lo que se refiere a la estabilidad emocional.
Y me preguntaba si este instinto es o no beneficioso para el individuo, que sin proponérselo de manera consciente estaría sin embargo allanándole el camino a la insidiosa rutina, y más en concreto, en que porcentaje puede ser un lastre para los artistas, o eternos aspirantes a artistas, como un servidor, en su árdua y pesarosa peregrinación al wonderland (no confundir con wonderbra) de los genios creadores.

Da la impresión de que en cualquier caso todo el mundo, se tenga o no la vena artística, quiere estar relajado y en paz consigo mismo, y que el santo grial de nuestros días es alcanzar ese estado. Una especie de "iluminación", pero sin ser de demasiados watios. De ahí que para conseguirlo hayan surgido muchas recetas, siendo las de las industrias farmaceúticas y los gimnasios, las que más dividendos generan.
Lo de estos últimos parece un poco una broma: Matarse a correr y a hacer pesas con el objeto de instalarse en ese limbo de lo inmanente, de lo que no se mueve, de lo que no cambia con el tiempo. O lo que es lo mismo, trasladar a todos los órdenes de nuestro esqueleto psico-emocional un afecto insano por la pasividad.
Pero me preocupaba también ese daño a la memoria, a su enorme valor como posesión personal, que le inflige esta moda de lo antioxidante. Nunca se podrán sacar recuerdos buenos (buenos en cuanto que de gran calidad compositiva) de una tabla de repeticiones. Ello, lógicamante, sin hablar de lo que los tranquimazines o valiums se llevan por delante en su sórdida tarea de silenciar a las voces críticas.
Conclusión: ¿Cómo podemos aplacar la tormenta interior, cuando soplan los vientos de la decepción y nuestro raciocinio cede ante sus rachas endiabladas? En mi opinión, no es conveniente.
Es la llamada de la selva, el regreso a la amazonía de nuestros orígenes lo que estamos contemplando cuando se desencadena una de estas tempestades. Sentémonos y gocemos del espectáculo. Cuando las neuronas chillan como sopranos extasiadas, y el auditorio tras la oscuridad espesa escucha acogotado, la experiencia se magnifica.
Los aplausos de un público puesto en pie y lanzando "bravos" como posesos, no lo es todo en esta vida, amigos míos. El éxito, tanto en el amor como en los negocios, en el deporte o en la expresión de la creatividad personal e intransferible, es privilegio de unos pocos. Os podrá ser esquivo, pero por lo que más querais, no caigais en su ausencia en los brazos mórbidos, en las brumas flatulentas, de la homeostasis.

sábado, 17 de mayo de 2008

La piscifactoría



*Translation for foreigners: It's been said so much they were so intelligent that, surely, they took it for real.
De nuevo ese gran vivero que es el mundo laboral, cantera inagotable para mis tématicas obsesivas.
Ya, lo reconozco, es fácil caricaturizar un tipo de relaciones ya de por si propensas a la ridiculización, pero es que su doble rasero, su condición de hoguera de vanidades donde se consumen por igual las altas y las bajas autoestimas nunca dejará de fascinarme.

Metáfora de la vida, también en él la apariencia lo es todo. Pregúntese uno si a ese señor bajito y con rasgos porcinos en la cara, pelo en pecho brotando salvajemente por debajo de la camisa, le costaría lo mismo que a cualquier otro ascender en el escalafón de una empresa, y llegar algún día a ejecutivo. No, evidentemente.
Pues este es el mismo caso. Un buen día se dijo de los delfines que eran unos tipos con aptitudes, y ahí los tenemos, haciendo las faenas divertidas y enriquecedoras, mientras que con los atunes y las merluzas, no hay ninguna clase de miramientos. Lo único que cuenta es dejarlos en las raspas.

martes, 6 de mayo de 2008

Extracción de Sangre


Poca literatura que hacer al respecto.

¿Qué se puede decir de la Seguridad Social que no esté ya dicho...?
De chapeau con los casos graves y urgentes, pero exasperante hasta el infinito con la "burrocracia" de los pacientes menos pachuchos.

Si uno tiene una de esas enfermedades o achaques repugnantillos que requieren una vigilancia y seguimiento permanente, mejor es concienciarse, porque cuidarán de ella como si se tratase de un Bonsai.
Solo se me ocurre pues una forma pues de afrontarlo: Armándose de mucha paciencia.

¡Ah... ! Y desde luego, estar dispuesto a dejarse analizar hasta las heces del líquido cefalorraquideo.

Detalle del Calendario

viernes, 2 de mayo de 2008

Energía Impía


El debate sobre desarrollo ecosostenible ha ido ganando terreno día a día, y hoy es prácticamente tema obligado, ya sea en consejo de ministros o en un corrillo de amiguetes frente a unas tapas de calamares.

Lo que sí no es de prever, me temo, es que acabe llegando a los verdaderos interesados, es decir, a los sufridos animalitos, que son los que realmente lo experimentan en carnes propias. Pero no hay duda de que sería divertido, y desde luego muy didáctico.

Es por tanto una pena que no tengan estos ni voz ni voto, pues así de golpe y porrazo, como que nos quedamos sin una opinión, más que cualificada, para valorar qué es ecologismo y qué no. O dicho de otro modo, para identificar en qué momento, por ejemplo, un parque eólico deja de ser un bien medioambiental, para transformarse en la misma fórmula más o menos encubierta de negocio, usura y acaparación del suelo.

Pero es el mismo tema de siempre. Por desgracia, continuamos embarcados en un modelo de economía que no tiene trazas de replantearse su relación con los recursos del planeta. Mal que nos pese, limitados.

En un siglo que parecía destinado al despegue y consagración definitiva de la microingeniería, y el triunfo de lo diminuto como palanca de progreso tanto en biología como en medicina, extendiendo por ahí las fronteras de nuestro bienestar, se sigue con la idea infantil de inaugurar el rascacielos más alto y el puente más largo del mundo.

No importa que sean vertidas toneladas y más toneladas de cemento y asfalto a diario, y ni se repara en que llegado algún momento estará todo a rebosar. Si no hay sitio, se le busca.

Tanto pues con que si somos, el ser humano en plural, el rey de la creación, y la estamos dejando hecha una escombrera.

Ya que entonces ellos, los animalillos, no pueden, hemos pues de ser nosotros, los artistas y pseudoartistas, los que les prestemos nuestra voz. Esto es, los que tratemos de evitar el destrozo impune de nuestra riqueza natural, mediante la vieja receta de ponernos en su pellejo. Como decía aquella campaña publicitaria contra el abandono de perros: "Él no lo haría".

Ya. Pues, conociendo el percal... Bien tonto.